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Libros de Piedra Infinita en la Feria del Libro 2010


En el diario digital MDZ dieron la noticia de la Feria del Libro de Mendoza 2010 en fotos. Se destaca la presencia de los volúmenes editados por la editorial Libros de Piedra Infinita. En la foto pueden verse los recientes Tupé de Rubén Valle y Viajero inmóvil de Fernando G. Toledo (más su clásico Hotel Alejamiento). Además de los libros La cicatriz del silencio (2004) de Cecilia Restiffo y Pájaros de tierra (2007) de Hernán Schillagi.


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Tupé, de Rubén Valle, llega a España



La página española La Biblioteca Imaginaria acaba de publicar una extensa e intensa reseña sobre el nuevo libro de Rubén Valle, Tupé editado por nuestra editorial. La poesía argentina (más precisamente la de Mendoza) hace tiempo que comenzó a cruzar fronteras y con una voz muy fuerte. Reproducimos aquí el artículo:


Título: Tupé

Autor: Rubén Valle

Editorial: Libros de Piedra Infinita

Págs: 54

Precio: 4 € (ver librosdepiedrainfinita.blogspot.com)



Rubén Valle, el autor del poemario Tupé, nació en 1966 en la provincia de Mendoza, República Argentina. Su obra anterior acredita los siguientes títulos: Museo flúo, editado en 1996; Los peligros del agua bendita, publicado en 1998; Jirafas sostienen el cielo, que vio la imprenta en 2003, y Placebo, que se editó en 2004. Amén de lo señalado, Rubén Valle tiene una conocida trayectoria como periodista en los medios locales y cultiva también la narración, siendo incluido por esta faceta de su producción literaria en diversas antologías. El Centro Cultural de España en Buenos Aires premió en fecha reciente su participación en el concurso Poesía en Tierra, organizado por esta institución. En dos ocasiones Valle recibió el Primer Premio del Certamen Literario Vendimia; en 2007, obtuvo el Premio Ciudad de Mendoza por su obra Bla! y el segundo lugar en el Concurso Nacional Adolfo Bioy Casares.

Bien conocido en el ámbito de la poesía argentina, Rubén Valle acredita con este nuevo título de su producción un lugar propio y el dominio de una voz certera y madura ya, en la plenitud de su potencia discursiva. Tupé, su entrega poética de 2010, lo muestra manejando un tono propio y fácilmente reconocible en el conjunto de las poéticas locales, caracterizado por el desarrollo de los núcleos de sentido que ya presentara al lector en su producción anterior.

Como bien decía César Vallejo, “no hay dios ni hijo de dios / sin desarrollo”, pero la llegada a la plenitud de un autor implica un trabajo arduo de decantación de las influencias y las predilecciones, que en el caso de Valle se ha realizado paulatinamente, hasta permitirle al autor arribar a una síntesis ambiciosa en sus objetivos y cumplida en su logro. La poesía de Valle es engañosamente simple en su expresión, dotada de una naturalidad que esconde el minucioso trabajo de orfebrería que la ha llevado a alcanzar ese lenguaje, que surge fluido y rico de sentidos, con una muy señalada capacidad de comunicación. Para el lector, el despliegue que hace Valle de este lenguaje capaz de comunicar complejas polisemias con tan remarcable naturalidad facilita el adentrarse en su cosmos propio, a la vez que elaborar una traducción de esos códigos e imágenes a la medida personal. La identificación con la sensibilidad del autor y sus percepciones es algo fácil de concretar, máxime cuando el yo narrante aparece hábilmente sumergido dentro de lo narrado. Se trata de un yo autoral que es dueño del discurso, pero sin embargo elige un segundo plano para posibilitar la ilusión de que es el lector quien va viendo y sintiendo, quien va escribiendo, de algún modo, los versos que le pertenecen a Valle.

En este sentido y también en otros, Valle se acerca a la poética de otro gran autor argentino, el entrerriano Juan Laurentino Ortiz, quien asimismo emplea esta técnica del autor sumergido, ocultado en lo escrito. Pero a diferencia de Ortiz, cuya escenografía literaria es eminentemente rural, Rubén Valle es un poeta de lo urbano, porque trabaja decididamente en el ámbito contemporáneo y en la zona de cruce entre culturas; no existe nostalgia del mundo natural en su poesía, sino que ella se establece en lo específicamente humano, en las conflictivas propias de nuestro tiempo y lugar. A través de esta vía, Valle establece un discurso propio que le permite reflejar acabadamente la situación del hombre actual frente a los eternos interrogantes del género, llevados a una escala metafísica muy bien lograda, donde además intervienen recursos de riesgosa factura para un autor: la ironía y hasta el humor, presentes en sus versos, han sido siempre elementos que han necesitado de un muy cuidadoso uso, porque de su dosificación minuciosa depende que el poema no desbarranque y se convierta en otra cosa. Sutilmente, medidamente, Valle agrega gotas de estas riesgosas y valiosas sustancias a su discurso, para hacerlo todavía más preciso y atinente. Estamos en presencia, luego de leerlo en Tupé, frente a uno de los más interesantes poetas argentinos de la actualidad.


Luis Benítez

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